Empate a cero (sin penales)
Sexo, lujuria y romance. Esa era la consigna cuando partimos a la playa con Sr. Balón -al menos, la mía-. Llevábamos nueve meses pololeando y por primera vez nos estábamos pegando una escapadita los dos solos. No family & friends permitidos. Ñaca ñaca.
Me había encargado de todo: el hotel estaba reservado, el mapa dibujado, la lencería empacada. Lo más difícil había sido acordar fecha: no, ese fin de semana no porque tengo pichanga, el próximo también, el que sigue es la final de la liga, el otro voy al estadio, y ese… bueno ya, ese puede ser.
Y era. Subí el volumen de la radio mientras enfilábamos a la costa, coqueteándole con ganas a Sr. Balón para hacerlo olvidar el estrés laboral que lo perseguía desde siempre, y riendo para callado mientras pensaba en la sorpresita que le iba a dar para compensarlo por el “nada de fútbol” que le había impuesto para esos dos días. Exclusividad absoluta, cariño.
Llegamos a puerto ese viernes en medio de sus gruñidos por un extraño cascabeleo del cacharo. Acusó preocupación automovilística durante las dos noches que siguieron y durmió a pata suelta la tarde completa del sábado, mientras yo miraba el mar desde el balcón, luciendo mi camisola de encaje damasco a los transeúntes que quisieran apreciarla. De la consigna quedaba el puro recuerdo.
Domingo después de almuerzo, la situación era de pánico. Ahora o nunca, pensé. Opté entonces por sacar mi última carta bajo la manga, y despertar sus instintos más bajos y pecaminosos. Me encerré en el baño.
Cuando salí, tenía puesto un nuevo babydoll de transparencia negra. Apoyé mi brazo derecho en el marco de la puerta, cargándome estratégicamente para destacar mi figura. Posé la otra mano en mi cadera, tal como había practicado en casa antes de salir, y esperé a que levantara la vista. Tras unos segundos, sus ojos viajaron del televisor a los bordes de encaje rojo que adornaban mi vestuario. No sé si alcanzó a divisar el diminuto colaless que se traslucía, porque acotó casi de inmediato un “te ves linda”, acomodó su cabeza sobre la almohada, y cerró los ojos. No tuve tiempo de llevar a cabo mi paso felino hacia la cama, porque antes de llegar a las sábanas, él ya roncaba.
Solo despertó media hora más tarde con un llamado a su celular. Los ojos le brillaron. “Nos vamos”, me dijo. Su hermano tenía entradas para el estadio, y si nos apurábamos alcanzaba a llegar justo a Santiago.
Camino a la capital, elegí el silencio. Sr. Balón subió la radio y comenzó a cantar. Cada cierto tiempo me daba pellizcones y palmazos en los muslos al ritmo de la música, mientras yo hacía el recuento mental del fin de semana: “Babydoll nuevo: 1; Pololo: 1; Paseo a la playa: 1; Goles: cero”.
Algunas cosas, definitivamente, no tienen precio.
Me había encargado de todo: el hotel estaba reservado, el mapa dibujado, la lencería empacada. Lo más difícil había sido acordar fecha: no, ese fin de semana no porque tengo pichanga, el próximo también, el que sigue es la final de la liga, el otro voy al estadio, y ese… bueno ya, ese puede ser.
Y era. Subí el volumen de la radio mientras enfilábamos a la costa, coqueteándole con ganas a Sr. Balón para hacerlo olvidar el estrés laboral que lo perseguía desde siempre, y riendo para callado mientras pensaba en la sorpresita que le iba a dar para compensarlo por el “nada de fútbol” que le había impuesto para esos dos días. Exclusividad absoluta, cariño.
Llegamos a puerto ese viernes en medio de sus gruñidos por un extraño cascabeleo del cacharo. Acusó preocupación automovilística durante las dos noches que siguieron y durmió a pata suelta la tarde completa del sábado, mientras yo miraba el mar desde el balcón, luciendo mi camisola de encaje damasco a los transeúntes que quisieran apreciarla. De la consigna quedaba el puro recuerdo.
Domingo después de almuerzo, la situación era de pánico. Ahora o nunca, pensé. Opté entonces por sacar mi última carta bajo la manga, y despertar sus instintos más bajos y pecaminosos. Me encerré en el baño.
Cuando salí, tenía puesto un nuevo babydoll de transparencia negra. Apoyé mi brazo derecho en el marco de la puerta, cargándome estratégicamente para destacar mi figura. Posé la otra mano en mi cadera, tal como había practicado en casa antes de salir, y esperé a que levantara la vista. Tras unos segundos, sus ojos viajaron del televisor a los bordes de encaje rojo que adornaban mi vestuario. No sé si alcanzó a divisar el diminuto colaless que se traslucía, porque acotó casi de inmediato un “te ves linda”, acomodó su cabeza sobre la almohada, y cerró los ojos. No tuve tiempo de llevar a cabo mi paso felino hacia la cama, porque antes de llegar a las sábanas, él ya roncaba.
Solo despertó media hora más tarde con un llamado a su celular. Los ojos le brillaron. “Nos vamos”, me dijo. Su hermano tenía entradas para el estadio, y si nos apurábamos alcanzaba a llegar justo a Santiago.
Camino a la capital, elegí el silencio. Sr. Balón subió la radio y comenzó a cantar. Cada cierto tiempo me daba pellizcones y palmazos en los muslos al ritmo de la música, mientras yo hacía el recuento mental del fin de semana: “Babydoll nuevo: 1; Pololo: 1; Paseo a la playa: 1; Goles: cero”.
Algunas cosas, definitivamente, no tienen precio.
17 comentarios:
Tienes que quererlo mucho. Yo peleaba con pololas porque el fn de semana trabajando cubriendo el fútbol para la pega. Para que te deje tirada, ufff. Que paciencia la tuya.
Que tenga cuidado mira que por despreocupar la defensa a veces le puede llegar un gol de contraataque...
Saludos, socia.
Ah no... es increíble!!! Yo lo mando a la cresta... y no porque esté en desacuerdo con su pasión por el fútbol, lo lamentable es toda la preparación del fin de semana para nada!!!!
Ahora la pregunta es "Don Balón" es el mismo Boyfriend, porque si es así... admiro tu paciencia.
Besos
Kramer: No me ofendo en absoluto, si estoy muy de acuerdo contigo. Eso de que las cuicas tiran mal es solo posible en palabras de Bonvallet...
Ripne: Distinto es trabajar en algo relacionado con fútbol que fanatizarse al extremo de dejar de lado las tareas. Solo en este último caso hay peligro, pienso yo.
Flor: Jajajaja, agradezco la preocupación, pero Boyfriend definitivamente NO ES Sr. Balón. De Sr. Balón les estaré contando más en el futuro cercano, pero pierdan cuidado que con Boyfriend todo va como viento en popa.
Snake: Mmm, esta confusión de Sr Balón con Boyfriend no es buena. Creo que tendré que poner un aviso de utilidad pública para aclarar el asunto, jajaja.
Besos a todos.
Es tan de mina eso de ensayar poses en el espejo antes de salir de casa. El finde antes del carrete estuve ensayando sonrisas antes de ver al niño q me gusta. Al final poco sirvieron porque el lugar era demasiado oscuro. jajaja. Pero bueno, Sr. Balón resultó ser medio gil creo yo, como ahí con la carne a la parrilla no se tentó de dar un mordisco. Mal por él.
Saludos Marilú
He estado una media hora leyendo tu blog. Está bien bueno y cachondo, por decir algo. Me he reído mucho. Se agradece la línea general que siguen tus historias. Me refiero a que tienen continuidad y sabor. Bueno. Seguiré por acá... Y qué decir de Don Balón, el pobre no sabe nada de la vida.
SALUD!
NS
Estos son los imbéciles que luego fardan por ahí de haber hecho tal o cual cosa.
Yo que tú, según hubiera cerrado los ojos le pateaba los huevos y le montaba el pollo. Lo menos.
Es una verguenza que tú te molestes y él apenas te mire y nada más. ¿será de la otra acera?
Ya nos contarás...
Un saludo.
jaja doña cuica, paciencia tiene, porque si el hormigo me hiciera una parecida... ufff!! el infierno sería una fogatita de playa al lado de mi ira!! ñaca ñaca xD
y sea bienvenida al hormiguero cuando guste.
saludos!
lo que es a mi me carga el futbol
pffff bien malito el señor balón, por mucho stress q se tenga, la vision de un baby doll + colaless no tiene precio ....... mira que venir a preferir el futbol.....¿y que hiciste con el ?
saludos ¡¡¡¡
Solo dire... q Si no lo castraste despues de ese tony... es pq estas enamorada hasta las patas...
resistirse a un babydoll 5mentarios JAJAJAJAJJAJA
Saludos muchacha..
Nikin
Será que idealizamos todo y nos desilucionamos facilmente?
Tienes algo de Consuelo Aldunate, espero que no te ofenda, ya que no hay columna que me embale tanto.
Muy bueno.
jajajaja...
qué buena historia. aunque yo que tú, agarraba baby doll y maletas y me devolvía sola para que él viera fútbol en el hotel.
besos!
k buen relato... me imagino k Mr. balon... se fue de patadita en el culo... jjajaja
Definitivamente... era muy pelotudo...
Bye... galla... encontre regia tu bitacora... me encanto!!! (lease en tono cuicon)
Pero ese loco se paso para weon..la cago..ajajajjaja.-..o sea, con ese show en babydoll, no te dejaba inpune...ajjajajajajajaj
Me gustó tu blog, esta entretenido...bien escrito...
Cuídate.-
Nooooo... Yo lo mato, le meto el balon por donde le quepa al famoso señor balon... Hasta a mi se me vino un cierto sentimiento de frustracion a la cabeza de puro pensar en todos los briosos deseos que llevabas para el viaje... jejee
LOS HOMBRES Y EL FUTBOL... HORROR!!
Sabes, me he dado cuenta de una cosa, que a los hombres siempre se sientes atraídos por los deportes que tengan una pelota de protagonista... Que el futbol, que el tenis, que el basketball... No se si será porque dicen que generalmente los hombres se sienten atraídos hacia las formas curvas o porque derechamente son pelotudos...
Esop :)
Saludos Marilu querida...
Alma
solo un pequeño comentario... NO PUEDEN HABER HOMBRES TAN WEONES...
No sabis las peliculas que me pase leyendote... uf.
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