Señorita en la mesa
La Feña tiene un apellido con doble erre. Viste jeans, poleras de algodón y tacones leves que sirven más para anunciar su llegada que para elevar su escasa altura. Sus ojos juegan entre el verde y el pardo, y contrastan con su piel mate y pelo liso castaño oscuro que a ella le gusta ventilar por sobre su hombro cuando habla.
La Feña usa cartera y una cadenita de oro religiosa, y un par de anillos-anillos –nada de bisutería de pacotilla, lindos- en sus manos pulcras. Uno de ellos es regalo de su pololo, o novio como le gusta decir cuando habla de Joaquín. No es, aunque ella quisiera, uno de compromiso, no. Es galantería de la buena, pero sin el vestido blanco ni sociedad conyugal de por medio.
Estamos en primer año de universidad, picoteando entre distintos grupos sociales como pollo en corral ajeno. Toparse con la Feña es toparse con Joaquín. De manera referencial, por supuesto, porque Joaquín tiene 15 años más que ella y al menos llamaría la atención entre el rebaño de novatos.
Joaquín es ingeniero. Joaquín es tan regio que podría ser modelo de pasarela. Joaquín tiene una situación económica envidiable. Joaquín es un siete en la cama. En esto la Feña se detiene y se explaya. Habla de su vida sexual con la prestancia de una experta, aunque solo ha estado con Joaquín desde que asumió su relación en 4to Medio. En confianza, cuenta en palabras y ademanes lo que hacen entre las sábanas. La mayoría la escuchamos con avidez de ignorante.
Las posturas y hasta dónde se siente el cacheteo es uno de sus temas preferidos. También las anécdotas diversas, entre las que adora la vergonzosa ocasión en que fue sorprendida por su suegra con las manos en la masa. “Pero ella me adora, así es que no hay problema”, le resta importancia la Feña. Su explicación para tanta seguridad es peculiar: “Soy la yerna ideal, toda una señorita”. El resto la miramos incrédulas: ¿qué señorita es descubierta en tamaña situación?
La Feña ni pestañea al contestar: “Todo el mundo tiene relaciones, eso es normal. Lo que importa es ser una lady… en la mesa. Y una puta en la cama”. Joaquín, dice, es el más contento con esa filosofía.
Que al año siguiente él la deje por otra, virgen y con cara de perna, es otro cuento.
La Feña usa cartera y una cadenita de oro religiosa, y un par de anillos-anillos –nada de bisutería de pacotilla, lindos- en sus manos pulcras. Uno de ellos es regalo de su pololo, o novio como le gusta decir cuando habla de Joaquín. No es, aunque ella quisiera, uno de compromiso, no. Es galantería de la buena, pero sin el vestido blanco ni sociedad conyugal de por medio.
Estamos en primer año de universidad, picoteando entre distintos grupos sociales como pollo en corral ajeno. Toparse con la Feña es toparse con Joaquín. De manera referencial, por supuesto, porque Joaquín tiene 15 años más que ella y al menos llamaría la atención entre el rebaño de novatos.
Joaquín es ingeniero. Joaquín es tan regio que podría ser modelo de pasarela. Joaquín tiene una situación económica envidiable. Joaquín es un siete en la cama. En esto la Feña se detiene y se explaya. Habla de su vida sexual con la prestancia de una experta, aunque solo ha estado con Joaquín desde que asumió su relación en 4to Medio. En confianza, cuenta en palabras y ademanes lo que hacen entre las sábanas. La mayoría la escuchamos con avidez de ignorante.
Las posturas y hasta dónde se siente el cacheteo es uno de sus temas preferidos. También las anécdotas diversas, entre las que adora la vergonzosa ocasión en que fue sorprendida por su suegra con las manos en la masa. “Pero ella me adora, así es que no hay problema”, le resta importancia la Feña. Su explicación para tanta seguridad es peculiar: “Soy la yerna ideal, toda una señorita”. El resto la miramos incrédulas: ¿qué señorita es descubierta en tamaña situación?
La Feña ni pestañea al contestar: “Todo el mundo tiene relaciones, eso es normal. Lo que importa es ser una lady… en la mesa. Y una puta en la cama”. Joaquín, dice, es el más contento con esa filosofía.
Que al año siguiente él la deje por otra, virgen y con cara de perna, es otro cuento.
2 comentarios:
bueh... qué se le va a hacer... hombres!!!
caro
Buu... ¿y la actualización cuándo?
Los flaytes queremos aprender a escribir bonito.
Te recomiendo a Chinoy para tirar...
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